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LOS RECUERDOS DE CANDY
“En aquellos días
lejanos, cuando yo todavía era una niña que lazaba y me divertía trepando
árboles… cuando jugaba con Annie, Tom y los demás chicos… y a veces peleaba con
ellos…
Tantos y tantos recuerdos… Desde esos días
ha pasado mucho tiempo… he vivido experiencias buenas y no tan buenas, pero de
todas ellas he valorado las enseñanzas que me dejaron…”
Candy fue al estudio y tomó el cofre de plata
donde guardaba sus más queridos recuerdos y volvió otra vez a la sala. Encendió
la chimenea y sentándose al pie de ella en la alfombra mullida de estilo
oriental, abrió el cofre y vacío todo su contenido.
Había varias cartas que ella atesoraba
fielmente, recortes de periódico y otros artículos así como el prendedor
insignia de la familia Ardley y el crucifijo que le dio la Señorita Pony. Ordenó
las cartas y comenzó a leerlas una a una. Escogió la primera carta: La de Annie
a Candy cuando fue adoptada. Tocando delicadamente el sobre como si fuera fina
joya, la acerca hacia su pecho y suspira. Cierra los ojos…
“El tiempo retrocede aprisa… recuerdo
mi vida ahora…”
Annie… Tom... ¡Cuántos momentos
inolvidables que pasamos…!
Candy abre el viejo sobre y empieza a leer…
"Mi querida
amiga Candy:
Estoy muy, muy
feliz ahora… vivo en una gran casa que
tiene una adorable piscina…
¡Y muchos
sirvientes…!
Tengo una mamá
bondadosa y un papá muy gentil… ¡Estoy viviendo un sueño…!
Candy, te
invitaré un día de estos para que visites mi casa, con permiso de mis nuevos
padres.
Siempre estoy pensando en ti.
Annie.”
Annie, que feliz te sentías entonces… me alegré mucho por ti, decía
para sí Candy mientras sonreía levemente.
Recuerdo aquellos días cuando las dos salíamos
rumbo a la colina de Pony y jugábamos entre las flores…. Las travesuras que hacíamos
juntas. La hermana María me castigaba siempre.
Annie querida, ¿recuerdas aquel día de picnic? Llevamos
el vino de la Señorita Pony y pasamos una tarde inolvidable entre las flores y
los animales…. Esa tarde conocimos al Sr. Brighton y te enamoraste de su amabilidad y su
cariño que demostró hacia nosotras. No te fue difícil aceptarlo como tu padre.
Era el padre hecho a tu medida.
Colocando a un lado la carta, extrajo otra del
grupo de cartas, igualmente de Annie pero la expresión en el rostro de ella, no
era el mismo. La nostalgia se apoderó de su corazón.
¡Oh! Esta carta… no sabes cómo me dolió esa vez leerla…
“Querida Candy:
Perdóname, ya no podré escribirte más… así que esta será
la última carta que te escribiré. Tengo que olvidar todos los recuerdos del
Hogar de Pony.
Si deseo ser
una verdadera hija de la familia Brighton, debo hacer lo que me sugiere mi
madre.
Ella piensa que
sus amistades no me verían con buenos si supieran que provengo de un orfanato.
Por favor, no
respondas a esta carta.
Adiós…
No me fue fácil aceptar que tú no querías saber de mí, me sentí muy
triste por días enteros. Solo el encontrarme con el Príncipe de la Colina,
mitigó mi pena.
Limpiándose las lágrimas, Candy metió en el
sobre la carta y fijándose en una que sobresalía del cofre, la saco de entre
las otras. Era la carta que la hermana María y la señorita Pony le escribieron
a ella cuando fue a vivir a la mansión de los Leagan. Primero leyó la hoja que
le escribía la hermana María:
“Mi Querida Candy:
¿Cómo Estás? Espero que te encuentres bien. Me
pregunto siempre si te sientes bien allí.
Yo estoy segura que lograrás adaptarte a esa
familia.
Mi deseo, como también el de la señorita Pony; es
que puedas ser feliz Candy porque tu realmente lo mereces.
Cuídate Mucho.
Hermana María.”
Luego,
con todo cuidado, leyó la carta de la señorita Pony…
Candy:
¿Cómo estas hijita?
Supongo que siempre rezas tus oraciones antes de irte a dormir. ¿No es
verdad?
El hogar esta como siempre. Aquí todos te recordamos.
Candy, pórtate bien y no hagas travesuras, ¿Eh?
Acuérdate de no tomar mucha agua o te dolerá el estómago.
Recibe muchos besos…
Señorita Pony.
¡Estas cartas me traen tantos recuerdos…! Fueron esos años que estuve
con los Leagan, los más duros de mi vida. Muchas veces estuve a punto de
regresarme, de salir de aquel infierno. Pero las palabras de ustedes señorita
Pony, hermana María, de Tom, del Sr. Steve, de Archie, Stear y Anthony y tantas
buenas personas, que me alentaron a seguir adelante hicieron posible que superara
con valor las adversidades y consiguiera mi realización personal.
Hermana María, Señorita Pony… gracias al esfuerzo de ustedes, a su amor
y a su dedicación conmigo soy ahora lo que soy, una mujer agradecida con Dios y
con la vida por todas las cosas que he recibido a lo largo de mi existencia. Mi
corazón está con ustedes aunque estén lejos. Yo las recuerdo siempre.
¿Y esta cartita?
Desprendiéndose de la carta de la señorita
Pony, cayó en su regazo la pequeña carta que le escribía John, uno de los
chicos del hogar.
“Hola Candy:
¿Sabes una cosa? Ahora que te has ido, me divierto mojando las sabanas…
La señorita Pony ya está cansada de llamarme la atención por eso…
Cuando quieras, puedes volver al Hogar de Pony si algo no anda bien
allá.
Todos esperábamos que regresaras, ya que no podemos portarnos mal con
la hermana María y la señorita Pony si tu no estas.
Te prometo no mojar más mi cama.
Recuerda que siempre pensamos en ti. Te extrañamos mucho Candy.
John”.
John… ¡Que
muchacho este…! -Candy sonreía mientras leía su carta- ¿Qué
será de tu vida?
La última vez que
te vi fue cuando llegaste un día acompañado de tu novia al Hogar de Pony,
diciéndonos que te casabas y que te irías a vivir a Canadá, que allí habías
encontrado un mejor empleo y un mejor porvenir para tu naciente familia.
¡Cuán alegres estuvimos esa vez celebrando esa gran noticia…! La
señorita Pony y la hermana María estaban emocionadas.
¿Y Tom? Lo considero como mi “hermano mayor”. Tom
avisó a la hermana María de que Annie y yo estábamos en medio de la nieve.
Juntos crecimos, juntos lloramos cuando peleábamos por cualquier tontería. Me
alegré cuando Tom fue adoptado por el Sr. Steve Thatcher… lo convirtió en un
gran vaquero.
En esos años muchas veces nos encontramos, algunas
mientras estudiaba en la escuela de enfermeras de Mary Jane. Hoy en día
administra el rancho de su papá. Hace ya algún tiempo que contrajo matrimonio
con una linda chica, justo antes de que me casara con Terruce.
Entre el conjunto de cartas, había dos tarjetas
de invitación a una fiesta, iguales en la forma pero el contenido algo
diferente. Lo que si se podía adivinar es que iban dirigidas a una misma
persona… Candy. Ella las leyó con curiosidad…
e
eeINVITACIONeee
Por medio de la presente, se hace partícipe a la señorita Candy White a
que nos acompañe en la fiesta que dará la señora Elroy Ardley en su distinguida
mansión.
Esperamos su feliz asistencia.
Alistair Cornwall
La siguiente también era dirigida a Candy, pero quien firmaba era Archie.
La siguiente también era dirigida a Candy, pero quien firmaba era Archie.
e eeINVITACIONggg
Hago participe a la señorita Candice White, que
está invitada a la fiesta que dará la distinguida señora Elroy Ardley en su
casa de Lakewood.
Ruego al señor Leagan a que se sirva venir junto a
la señorita White y su digna familia.
Esperamos su gentil asistencia
Archibald Cornwall
¡Qué gratos momentos…! Stear… Archie… El día en que bailé con Anthony…
fue un día maravilloso. A pesar del tiempo transcurrido, siempre estas presente
en mis pensamientos. Guardo el mejor recuerdo de ti.
Adosado
a una de las tarjetas por el paso de los años había una pequeña carta que más
parecía una nota por lo pequeña que era. Anthony le había escrito en el tiempo
en que vivía Candy en Lakewood siendo miembro de los Ardley. Despegándola con
cuidado, ella leyó la nota.
“Candy, ¿Cómo Estás?
Estas leyendo esta carta porque la ha llevado hasta tu habitación, la paloma mensajera de Tom.
No te preocupes, no estoy triste.
Aprendí gracias a Tom a descubrir que yo puedo hacer muchas cosas útiles.
No te sientas derrotada. Es fácil librarse de lo que no nos gusta.
Yo por mi parte, haré todo lo posible por mejorar a la familia Ardley.
Hagamos lo mejor para nuestra felicidad.
Anthony.”
Fue aquella vez cuando la Tía-Abuela Elroy se enfadó conmigo por causa
de que Anthony conoció a Tom y se hicieron amigos. Ella pensó que yo era una
mala influencia para los chicos Ardley, y aparte de prohibirme ver otra vez a
Tom, me confinó a mi habitación por una semana. Solo Dorothy me hacía compañía
hasta que apareció esa paloma en la ventana trayéndome aquella nota de Anthony.
Si hubieras seguido viviendo, que importante miembro de los Ardley te
hubieras convertido. Sé que Albert hubiera necesitado mucho de ti, como ahora
necesita de Archie para los negocios de la familia.
Y tal como le dije a Dorothy después de leer esa carta, no me rendí y
seguí adelante viviendo mi vida enfrentando muchas adversidades pero
levantándome siempre con una sonrisa, al sentirme rendida. ¡Gracias Anthony por
enseñarme tanto!
Mientras colocaba la carta al lado de las que ya había leído,
Candy eligió otra del cofre; llamaba la atención el blanco perlado del sobre,
de un tono algo más amarillo debido al paso del tiempo. El lacre rojo en la
parte posterior llevaba las iniciales de la familia Ardley.
¡Esta carta es de Archie y Stear cuando estaban en Inglaterra…!
Abriéndola, ella sonrió al ver la caligrafía informal de Stear y a
continuación en la siguiente hoja, la cuidada letra de Archie.
La carta de Stear presentaba en la parte posterior de la hoja unos
esquemas y unas anotaciones de… seguramente un proyecto olvidado de uno de sus ingeniosos
inventos…
Hola Señorita
Gatita:
Espero que estés bien. Archie y
yo recién hemos llegado de América al Real Colegio San Pablo. Es el más antiguo
de Londres y bastante grande, con unos bosques que lo rodean.
¡Como para perderse si es que
no quieres que te encuentren….!
El Tío-Abuelo William fue quien nos envió aquí. Sus órdenes expresas son que nos eduquemos para ser hombres de bien y además tener el conocimiento necesario para desempeñarnos adecuadamente en la profesión que elijamos más adelante.
Nos estamos acostumbrando poco
a poco a las estrictas reglas de las superioras. Tenemos que guardar un
silencio sepulcral en las misas y además apagar la luz de la habitación a las 9
de la noche… ¡Justo cuando me dispongo a hacer volar mi imaginación para crear
nuevos inventos!
Candy, él estaba deseoso de que
tú también te educaras aquí en el colegio San Pablo. Eres un miembro más de la
familia Ardley y te corresponde como su hija adoptiva. Seguro George te ira a
comunicar la noticia.
¿Te imaginas? Nosotros tres
aquí en Londres… ya contigo aquí el aburrimiento no será mucho. Nos traerías de
América, esa alegría que desbordas… ¡y que necesitamos…!
Espero verte pronto, muy pronto Gata…
Stear.
Y a continuación, leyó la carta de Archie…
Querida Candy:
¿Cómo estas pequeña de la colina de Pony? Ya Stear
te habrá contado en su carta que hace un mes que estamos aquí en esta bella
ciudad, Londres. Es simplemente fascinante.
El Tío-Abuelo William pensó que lo más adecuado
era que estúdiesenos en un lugar de prestigio académico. Él se preocupa mucho
de la calidad de enseñanza que recibiremos.
Estamos en el Real Colegio San Pablo, regentado
por religiosas. Su fama es de ser una entidad
muy conservadora, donde se prioriza el respeto a los superiores, las
buenas costumbres, y la responsabilidad con sus deberes de estudiante.
El Tío-Abuelo desea enviarte a este colegio
también, Stear y Yo se lo pedimos pues tú eres miembro de los Ardley y tienes
derecho a educarte propiamente.
¡Oh Candy!... ¡No sabes la alegría que nos dará de
verte! Supongo que será pronto, ya que no te puedes retrasar mucho en tus
clases.
Conforme llegues te mostraremos la ciudad y sus
maravillas. Estoy seguro que te encantará Londres.
Pues, hasta vernos pronto.
Recostándose en el sofá, Candy miraba fijamente el fuego de la
chimenea mientras recordaba…
Cuando
Anthony falleció, decidí irme de la mansión Ardley. No podía más con la
pena. Regresé un día al anochecer al Hogar de Pony en estado de shock. La
señorita Pony y la hermana María me dieron la bienvenida con los brazos
abiertos sin preguntarme nada. Ellas me decían que soñaba con Anthony muchas
veces. Aun no superaba mi dolor.
Los días pasaron y poco a poco mi
ánimo volvió a ser el de antes. El de la vieja vaquera que gustaba de lazar y
trepar árboles. Solo Jimmy, uno de los chicos del Hogar me hacía competencia
por la “jefatura” del grupo.
Jimmy… aún sigue velando por el
bienestar del Hogar. Desde que fue adoptado por el Sr. Cartwright, se ha ido
convirtiendo en un gran vaquero al igual que Tom. Ahora su rancho es
considerado uno de los más importantes del estado de Indiana. Cada mañana bien
temprano pasa por el Hogar de Pony para ayudar en el ordeño de las vacas que
abastecen de leche al diario desayuno de los niños.
Mmm… Recuerdo una de esas mañanas en que salíamos a jugar con los
chicos, la hermana María me llamó a la puerta…
- Candy… ¿Cómo te atreves a competir con Jimmy que es más pequeño que tú?
- Yo… Eh…
- ¿Te has dado cuenta de la edad que tienes?
- ¡Upsss!... Si… ¡Je, Je, Je!
- Candy… Candy… Siempre tú.
Las maestras se
miraban de reojo y asentía con la cabeza la señorita Pony. Ellas se sentían más
tranquilas de que yo hubiera superado mi dolor.
No había un solo
día en que recordara a Stear, Archie pero especialmente… Anthony. Iba a la
colina de Pony sin que los chicos me siguieran. Allí podía estar a solas. El
viento frio del invierno secaba mis lágrimas. Había prometido sonreír siempre
que el dolor me invadiera. Y también aquella vez que me encontré con el
príncipe de la colina.
- ¡Eres más linda cuando ríes que cuando lloras…!
Sí -es verdad mí querido Albert- cada vez que yo me encuentro triste
por alguna causa, al instante recuerdo tu frase. ¡Y cuanto me ayudó y me sigue
ayudando!
Para mí fue una sorpresa recibir esta carta de Archie y Stear, ya
suponía yo que por haberme ido de la casa, seria expulsada de la familia pero
me equivoqué. A pesar de que envié una carta a la mansión Ardley, George vino
una tarde a informarme lo que ya me habían dicho Stear y Archie.
- Señorita Candy, he venido a informarle que, de acuerdo con las
instrucciones del Sr. William Ardley, usted irá a estudiar a Londres Inglaterra
en un reconocido colegio para señoritas con el fin de que usted se forme como
una verdadera dama.
- ¿Yo ir a
Londres?
- Si, así lo ha decidido el Sr. William. Créame, es por su bien y su
futuro que lo hace.
- ¡No, no
iré! ¡Me quedaré aquí ayudando a la señorita Pony y a la hermana María!
Yo me negué en todos los tonos a ir a Inglaterra. Pensaba que podría
ayudar mejor en el hogar y ser una maestra. Pero que poco sabia de la vida
entonces. Hizo bien la hermana María en “recordarme” con una bofetada la
estupidez que cometía. No pude cuidar de Jimmy aquella tarde en que había
tormenta. La lección recibida me sirvió para aclarar mis ideas y decidirme a
partir a Londres al día siguiente. Dejarlos me causó una profunda nostalgia.
Mi viaje a Europa en el Mauritania fue relativamente tranquilo, George
me acompañaba en la travesía. Me hice amiga del capitán, era una buena persona
y su compañía naviera lo acusaba de no seguir el curso del viaje por rescatar a
unos náufragos de un accidente. Yo intercedí por él ante el accionista de la
naviera que viajaba en el barco. Afortunadamente todo se solucionó bien.
Aquel día era el último del año 1912. Hubo una gran fiesta de fin de
año. Después de celebrar el año nuevo con algunas copas de champagne, salí a la
cubierta. Había una neblina cerrada. Alcancé a ver a una persona… era un chico
joven que parecía llorar. Tenía la mirada fija en el horizonte.
- ¿Quién anda allí?
- Oh!
Perdón, no quise molestarte, pensé que estabas llorando…
- ¿Yo llorando? ¡Pero que gracioso…! ¡Ja, Ja, Ja, Ja!
- Miren a quien tenemos aquí… Oye, ¿sabes que eres bien pecosa?
- ¿Y que con
eso? ¡A mí me gustan mis pecas!
- Seguro… por eso las coleccionas, ¿no es así?
- ¡Sí! Y
estoy buscando la forma de tener más. ¡Hmmm!
- Estarás orgullosa de tu naricita respingada…
- ¡Claro que sí!
- ¿Y qué haces por aquí? ¿Te quedaste sin pareja de baile?
- ¡Eso a ti
no te importa!... ¡Atrevido!
Candy reía hasta más no poder… los recuerdos le hicieron revivir
aquella noche en que se conocieron.
- Terry querido… ¿Qué “difícil” fue nuestro comienzo, verdad? ¡Ja, Ja,
Ja, Ja!...
- Desde que te vi sentí algo extraño… una mezcla de amor y odio… una
mezcla de Anthony y… Tú…
El tiempo fue madurando este sentimiento, que fue probado en la
adversidad. Nuestro amor pudo más y renació como una flor en primavera. Esa es la
noche en que conocí al ser más maravilloso, al que llegó después a ser parte de
mi vida y lo es aún… Terruce.
Mary, la nana de los niños, bajaba rápidamente las escaleras para
avisarle a Candy que Janice y Johnnie habían despertado…
- Señora…
- ¿Si Mary?
- Johnnie y Janice han despertado. Están deseosos de verla.
- ¡Voy de
inmediato!
Levantándose de la alfombra, Candy subió con
Mary al dormitorio de los niños. Encontró a Johnnie que chupaba el dedo pulgar
de una de sus manos y a Janice entretenida moviendo su sonaja. Ellos aún no
cumplían los dos años de edad. Habían nacido el mismo día, un día inolvidable
para el reciente matrimonio Ardley - Grandchester. Se aproximó hacia la cuna
doble en que reposaban y levantando el tul, dos pares de ojuelos la miraban con
interés.
Apenas Janice vio a su madre, se puso de pie y estiró sus bracitos
hacia ella. Janice tenía un hermoso rostro, con diminutas pecas cerca de su
nariz al igual que Candy, ojos azul-celestes herencia de su padre y rizados
cabellos color miel.
-
Janice, mi
amor… ¿dormiste bien?
- Ma… mam… mamá…
- ¡Arriba
preciosa! ¡Oh! ¡Ja, Ja, Ja, Ja!...
Tomándola en brazos, Candy la abrazó y besó dulcemente. Cerrando los
ojos, ella quedó embelesada al sentir el
suave contacto de su piel con el delicado cuerpo de su hija.
- Tete…tete… da… me…
- Está bien
nena, ya te doy tu biberón…
Colocó a Janice nuevamente en su cuna. Alcanzándole la nana el
biberón, Candy se lo dio a su hija. Sus dos manitas recibieron ávidas la
deliciosa bebida.
- Toma despacio cariño, sin atorarse, ¿Eh?
Una vocecilla protestaba por la larga pausa sin ser atendido. Era
Johnnie quien estaba llamando la atención de su madre.
- ¡Mami! ¡Mami!
- ¡Mi vida,
ven conmigo
Candy lo alzó en brazos y Johnnie se aferró fuertemente a su
cuello…
- Mi niño… ¡Como pesas! ¿Eh?
Ella peinaba el delicado cabello de su hijo con sus dedos mientras
que le daba un beso en la mejilla… observaba admirada la belleza de su hijo. Él
también tenía pecas diminutas en su rostro que contrastaba con su cabello
castaño y sus ojos azul-verdosos…
- Señora, ya está listo el biberón de Johnnie.
Poniéndolo de nuevo en su cuna, ella le alcanzó el biberón que
tanto esperaba. Lo recibió con rapidez y se lo fue tomando con una expresión de
paz en su carita.
- Cariño,
esta delicioso… ¿Verdad?
- Despacio…
Despacio…
- Candy los adoraba. Ellos eran la razón de su vida ahora, al lado
de su otro amor, Terruce. Habiéndose cerciorado de que Johnnie y Janice
terminaron de alimentarse, los cambió de ropa con la ayuda de Mary, su nana.
Echada en la alfombra del dormitorio, los tenía encima de ella…
Janice enredaba aún más los cabellos de su madre; Johnnie pensaba que su mamá
era un caballo al cual subir y sentarse una y otra vez… con tal fuerza que
estaba a punto de dejar sin aliento a Candy.
- ¡Johnnie,
hijo! ¡No te sientes tan fuerte! Puedes lastimar a mami…
- Janice
querida, me quieres poner más bella ¿Verdad?
Pasó un buen rato al lado de sus hijos… entreteniéndolos con
juegos, relatándoles cuentos. Ellos la escuchaban atentos. Más tarde, los dejó
al cuidado de su nana y arreglándose un poco, bajó hacia la cocina para tomar
un vaso de leche, frutas y alguno de los pastelillos de nueces horneados el día
anterior por ella misma.
¡Que rico…! Me Quedaron deliciosos estos pastelillos… ¡Je, Je, Je!
Para cuando terminó, el mediodía se acercaba. Volvió a la sala a
retomar la lectura de las cartas y recuerdos de su vida.
Mis recuerdos en el Colegio San Pablo… inolvidables momentos buenos y
no tan buenos…el trato despectivo y cruel de Eliza, Louisa y las demás al saber
de mi origen. Eliza siempre me detestó… le disgustaba sobremanera que yo esté en
el colegio. Recuerdo el día que me “presentó” a sus amigas…
CONTINUARA...
una pregunta eso es del ultimo libro, o no?? ...
ResponderEliminarTiene la introducción de una de las "cartas" como así se han publicado, del último libro de la autora de Candy, Keiko Nagita en "Candy Candy Final Story" del 2010. Próximamente actualizaré la página con nuevos capítulos.Gracias por visitar el blog.
EliminarGracias por responder, me he sorprendido al ver que son muchas las personas las que gustamos de esta Novela, bueno pienso que la mayoría fue conocimos de este personaje tan bello por la caricatura de Candy Candy de verdad Candy, marco nuestras vidas así como los demás personajes. Creo que todos nos vemos reflejados en ella en algunas situaciones de nuestras vidas y es por eso que gusta tanto sobre todo, como toma su vida siempre con una actitud muy positiva sobreponiéndose a los obstaculos. Gracias por responder, y una ultima pregunta entonces finalmente se queda con Terry. bueno ojale ya este la novela en español.
EliminarGracias por responder : )