CANDY & TERRY…
UNIDOS POR SIEMPRE
PAUL
MARTIN
Novela romántica de versión libre basada en la
interpretación de las traducciones no
oficiales publicadas en los blogs de Fans de Candy sobre el libro de Keiko
Nagita
CANDY CANDY FINAL STORY
Books 1 & 2
© 2010 Shodensha Books. Japan
Todos los derechos de autoría respecto del libro CCFS pertenecen a Keiko Nagita y de
impresión a Shodensha Books. Japan.
(P) 2012.
Libros para Fans
Dedicado a todos los Fans
de Candy y Terry
PRÓLOGO
NOTICIAS QUE
EVOCAN GRATOS MOMENTOS
Bath. Una famosa ciudad cultural a orillas del rio Avon, ubicada en Somerset al suroeste de Londres. La ciudad comenzaba a despertar. En una hermosa casa, muy cerca al rio; la mañana empezaba. Dos personas desayunaban en el comedor. El, vestido con un traje ligero, ella con una bata de seda. Los dos charlaban sobre los quehaceres del día.
- Tengo que partir hacia el teatro más temprano que de costumbre. El director de la compañía nos ha pedido que estemos una hora antes para trasladarnos a Bristol para afinar algunos detalles de la obra que se estrenará en esa ciudad.
- Ten cuidado en el camino. Estos días han estado lluviosos. Conduce prudentemente.
- Despreocúpate, yo estaré de vuelta antes del anochecer.
- Espera, olvidabas tu sobretodo.
- ¡Gracias mi vida!
Colocándose un chal de lana, lo acompaño hasta la puerta principal. El Aston Martin deportivo esperaba aparcado enfrente de la casa. Se despidieron con un afectuoso beso.
- ¡Hasta más tarde amor!
- Estaré aquí esperándote como siempre…
Él se subió a su reluciente auto azul, y con un beso volado, partió veloz. Ella sonreía al verlo irse en el auto calle abajo. La fría brisa del rio Avon hacia que Candy temblara. Entonces retornó hacia la calidez de su hogar.
Fue hasta su dormitorio en el segundo piso, no sin antes pasar por el dormitorio contiguo. Dos personitas aun descansaban plácidamente. La nana que los cuidaba estaba con ellos. Se acercó en silencio y los besó suavemente.
- Avísame cuando despierten. ¿De acuerdo?
- Si señora. Yo le avisaré.
Saliendo de la habitación, se dirigió a la suya. Después de una ducha, se vistió con ropa informal y cómoda. Unos jeans, una blusa a cuadros y unas botas, la hacían ver juvenil. Al acercarse al tocador para peinarse el cabello, su vista se posó en un fino cofre de plata con incrustaciones de oro y joyas y una carta que estaban encima de la cómoda. Varios recuerdos se agolpaban en su mente. Terminó de arreglarse y bajó en silencio con los dos objetos preciados.
La puerta del estudio se abrió sigilosamente. Ella entró y la dejó entreabierta. Llevaba en sus manos la reciente carta que había llegado de América y el cofre de plata con incrustaciones de oro. Dejándoles en el escritorio, abrió las cortinas… la luz del sol la deslumbró un poco. Sentándose frente a su escritorio, abrió un cajón y extrajo un cuadernillo que contenía papel de carta blanco y satinado. Tomó con cuidado un pomo de tinta y una pluma que se encontraban cerca de unos libros y se dispuso a escribir.
Alcanzó a trazar unas palabras “Querida Señorita Pony…”. No pudo continuar, sentía una opresión en el pecho… Un nudo en la garganta… las lágrimas aparecieron en sus ojos…
Levantó su vista hacia la ventana… el árbol colmado de pajarillos la distrajo un momento. Le recordaba a su querido Padre Árbol de la Colina de Pony.
En los últimos días, Candy había estado rezando por la salud de la Señorita Pony. Las noticias que relataba la Hermana María en esa carta decían que Miss Pony estaba recuperándose bien de su enfermedad. Los años habían pasado, su edad no le permitía hacer demasiadas cosas como antaño.
Qué lejos está mi Hogar de Pony… desde que estoy en Inglaterra no había caído en la cuenta cuan apartada y distante me encuentro yo de ellas. Quería con todo mi corazón estar a su lado Señorita Pony para apoyarla en su enfermedad, pero a veces no se puede obtener todo lo que se desea…
Dejó la pluma y apartó un poco la hoja de papel, cogió la carta que le enviaba la Hermana María desde Indiana y volvió a leerla con interés.
La Hermana María le decía que la Señorita Pony había superado la crisis de su enfermedad y que estaba recuperándose favorablemente. La grácil escritura de la Hermana María parecía anunciar feliz la buena nueva.
“Candy… Mi dulce chica traviesa… ¿Cómo estás? Me parece estar escuchando tu voz…”
El leer esta oración de la carta le provoca a Candy una leve sonrisa mientras seca sus lágrimas con los dedos….
Le preguntaba por su vida en matrimonio, sus niños, si era feliz, si se acostumbraba a la ciudad donde vivía entre otras cosas.
“Adjunto a mi carta la de la Señorita Pony… Es una carta bien cortita. Estoy segura de que en cuanto se restablezca por completo, te enviará una más larga…”
“Dale mis saludos a tu esposo y muchos besos para Johnnie y Janice, esas personitas tan bellas que tienes a tu lado, supongo que cada vez crecen más grandes y fuertes como su padre… ¡Y pecosos como su madre!
Annie y Archie te envían también saludos, estuvieron hace poco por el hogar. Parece que pronto van a Inglaterra a visitarte.
Recibe mi bendición. Cuídate Mucho y ten siempre fe en el Señor.
Besos…
Hermana María.
Candy extrae del sobre la pequeña carta que le envía la Señorita Pony. Era en efecto una carta bien cortita, casi una nota breve pero que denotaba el afecto con el cual había sido escrita. Al tenerla entre sus manos Candy no puede evitar llorar nuevamente de emoción mientras va leyéndola.
“Hijita, te he hecho preocupar, ¿verdad Candy?” ahora estoy mejor, gracias a Dios. Yo tengo aún muchas cosas por hacer, los niños me necesitan.”
“Tengo fe en que no moriré sin antes verte una vez más. Sé que el Señor escuchará mi petición. Cuídate mucho Candy.
Con amor…
Paulina Giddings.
Deslizaba suavemente sus dedos sobre su nombre, como queriéndole expresar el inmenso cariño que sentía en esos momentos. Le traía ese nombre tan querido para ella recuerdos de cuando era pequeña y escuchaba a la Señorita Pony llamarla para probar unas tortitas recién horneadas. O cuando se sentaba junto a Annie, Tom y los demás chicos frente a la chimenea y Miss Pony les relataba cuentos de hadas.
La Señorita Pony… Paulina… Yo me enteré de su verdadero nombre cuando fui mayor…
Sonriendo un poco, Candy recordaba aquella vez en que la Señorita Pony y la Hermana María le confesaron ambas su verdadero nombre
“Desde pequeña me llamaban así… Pony. Me asemejaba por mi figura gordita al potro de los vecinos… ¡Parece que mi contextura sigue igual! ¡Ja, Ja, Ja, Ja!”
Aunque la Hermana María no estaba del todo feliz confesándolo…
“Si Uds. supieran como se burlaban los niños de mi al escuchar mi nombre… María Roche. Me estaba empezando a sentir algo así como una cucaracha o un pez locha, porque el sonido de mi apellido se asemejaba a esos animales. Como eso me molestaba mucho, evitaba pronunciarlo tanto como me fuera posible. ¡Y pensar que este digno apellido lo heredé de mis antepasados! Me pregunto como pude hacer eso… ¡Que conducta la mía!”
Me viene a la mente la Hermana María que alza los ojos al cielo con gesto disgustado… ¡pobrecilla!
Hasta ahora recuerdo aquellas noches de invierno… Los leños crepitando en la chimenea. La Señorita Pony sentada cómodamente en su sillón. La Hermana María que me alcanzaba una taza de delicioso chocolate caliente mientras yo comía unos malvaviscos asados frente a la chimenea diciéndome: “Pon atención Candy, el chocolate está caliente, ten cuidado”. Pero yo no la escucho en mi afán de comer más y más malvaviscos cuando poso mis labios en la taza y doy un sorbo… ¡Ayayay!... era demasiado tarde. Ya me había quemado la boca.
“Candy… siempre la misma. Cuando no…” me dijo la Hermana María.
La Señorita Pony riendo a carcajadas… El olor de los malvaviscos asados en la chimenea.
Que nostalgia me traen aquellos momentos inolvidables de mi infancia… la nieve. Hay un silencio absoluto en el dormitorio de los niños… pero yo sé que no están durmiendo, solo dormitan. Annie, Tom y Yo hacemos lo mismo. Nos pellizcamos para no quedarnos dormidos. Estamos esperando que la nieve se pose. Hace frio. Pero eso no nos detiene.
De lo que estamos adormilados, saltamos fuera de la cama y salimos afuera despacio, sin despertar a la Hermana María y la Señorita Pony. Todos vamos haciendo bolas de nieve para formar nuestro muñeco enorme y gracioso. El sueño nos invita a dormir cuando casi terminamos.
A la mañana siguiente nuestros ojos y nuestros bostezos nos delatan frente a las maestras….
Cada vez que pienso en mi Hogar de Pony me digo: “Que agradecida estoy con mis verdaderos padres que por algún motivo no quisieron tenerme a su lado. Al dejarme aquella noche al pie del Padre Árbol, cambiaron mi destino. Encontré en el Hogar el calor, el amor y el cuidado que ellos no me supieron dar. Por eso, ese es Mi Hogar, Mi Casa. Es el lugar donde yo siempre puedo volver.
Ahora el Hogar de Pony es aún más maravilloso, gracias a la ayuda de Albert y el Sr. Cartwright. El Tío-Abuelo William “Albert” Ardley compró los terrenos adyacentes al hogar que eran de propiedad del Sr. Cartwright en ese entonces.
Él los vendió a un precio cómodo realmente y así se pudieron realizar ampliaciones y reconstrucciones en el hogar. Al principio la Señorita Pony y la Hermana María se negaron a la propuesta de Albert quien deseaba construir un nuevo hogar. Alegaron que no sería correcto aceptar.
Pero si las convenció de hacerle las modificaciones pertinentes a la estructura, incluyendo otros ambientes para albergar más niños huérfanos y una habitación para las visitas ocasionales. Solamente la capilla no sufrió modificación alguna. Cuando las obras concluyeron, la Hermana María y la Señorita Pony estaban contentísimas.
Como pudiera estar allá y ayudarlas Señorita Pony y Hermana María… pero en este momento no puedo. Él y los niños me necesitan. Quizá cuando crezcan un poco…
Siento la nostalgia a flor de piel desde que recibí esta carta de la Hermana María con las alegres nuevas sobre la mejoría de la Señorita Pony. Mi corazón no para de extrañar… ¡Ya deseo ir otra vez al Hogar de Pony!
La Propiedad de los Ardley está en venta, como consecuencia de la crisis. Lakewood… ¿Quién será tu dueño ahora? ¿Qué será de los portales donde conocí a Anthony, Archie y Stear? ¿Sabrá el nuevo dueño que allí en sus jardines se cultivó una delicada rosa como no la hubo ni la habrá después? La “Dulce Candy” fruto de la creación de Anthony… ¿volverá a revivir e inundar el ambiente con su dulce fragancia? Recuerdo su suave olor…
Candy se levanta por un momento del escritorio y saliendo de la habitación, va hacia la terraza exterior de la casa, tratando de calmar un poco sus emociones.
Apoyada sobre la puerta blanca de madera, observa el horizonte. El Rio Avon fluye tranquilo a la distancia. Los rayos del sol en primavera la reconfortan mientras inspira profundamente el aire frio que viene del rio.
¡Ahhh! ¡Qué bien se siente aquí! Los Narcisos están en flor… ¡Que delicioso aroma…!
Ella posee dentro del jardín una pequeña extensión donde ha cultivado personalmente rosas tal como le enseño Anthony.
No dejo que el jardinero toque mis rosas. Solo yo conozco la forma en que Anthony las cultivaba. Dentro de poco estarán floreciendo en abundancia…
En aquel tiempo, ya había dejado Lakewood y regresé al Hogar de Pony. Les expliqué lo mejor que pude a Stear y Archie de mi decisión en las cartas que les dejé escritas. Llegué cuando estaba anocheciendo. La Hermana María y la Señorita Pony me recibieron amorosamente. Notaron que estaba triste pero no me preguntaron nada. De noche tenia pesadillas sobre lo que ocurrió aquella tarde. Por momentos gritaba el nombre de Anthony; la Hermana María me despertaba suavemente para liberarme de mi angustia. Poco después decidí hablar con ellas sobre el motivo por el cual había regresado. Aún sueño con él y lo veo vivo. Me alivia el saberlo.
¡Dios! ¿Entonces no has muerto Anthony? Siempre le pregunto en mis sueños…
El me pregunta: Candy, mantienes tu linda sonrisa. ¿No es así? Lo veo sonriente…
Y yo le respondo Si, porque ahora vivo con el hombre que amo.
Mi mente divaga entre el sueño y la realidad de mi habitación. Sé que todo lo que hablo con Anthony es solo un sueño. Mientras que “hablo” con él, mis ojos se humedecen.
“Candy, cuando las personas mueren, el tiempo se detiene para ellas. Ellas seguirán vivas en nuestro corazón pero no podremos verlas ni oírlas ni tocarlas jamás.”
Tuve muchas separaciones que me dolieron mucho. Ahora no les temo. Mientras esté viva, podré ver a las personas que amo.
¡Cómo me gusta esta estación del año! Las flores brotando por doquier, el aire fresco de primavera…
¡Brrr! Está haciendo un poco de frio, siento las mejillas heladas. El clima aquí puede cambiar rápidamente… será mejor que entre a la casa.
Con los hombros temblando, Candy regresaba al estudio pero al pasar por la sala, vio colgada de la pared; encima de una consola de madera tallada, una pintura al óleo con un marco hecho a mano, de regulares dimensiones. La observa atentamente y dice para sí:
La ha colocado de tal manera que pueda apreciarla desde cualquier ángulo, siempre visible a mis ojos. Él la encontró hace unos pocos años en un Mercado de Pulgas que estaba en Bloomsbury, un barrio céntrico de Londres donde se reúnen intelectuales y literatos.
Sucedió durante una presentación a la cual el Grupo de Teatro Stratford fue invitado a Inglaterra. Aprovechando el día que no tenían ensayo, salió con el resto de actores a caminar por las calles conociendo un poco más de Londres. Al llegar casualmente al mercadillo reparó inmediatamente en ese cuadro. Le era familiar. Recordaba haber estado en el mismo lugar hacia algunos años atrás. Era sin duda el Hogar de Pony y firmaba el cuadro un tal “Slim”. Sin pensarlo dos veces lo adquirió para ella. Estaba seguro de que Candy quedaría sin palabras al ver en la pintura su añorado hogar.
¿No es este acaso un regalo maravilloso?
El día que me obsequió el cuadro me dijo: “Este regalo Candy, supongo; será uno de los más emotivos que te haya dado.” Y no se equivocó. Al rasgar el papel que lo protegía, me quedé mirándolo varios minutos. Las manos me temblaban y sentía que de mis ojos brotaban las lágrimas. Entre el llanto y la risa no dejaba de agradecerle por el mejor regalo que había recibido nunca. Él sonreía complacido. Un poco más tranquila, noté que firmaba “Slim.” Y había colocado la fecha: Nov. 30, 1918.
¡Slim!. No podía ser. El Slim que firmaba la pintura y el que yo recordaba… ¿Eran la misma persona?
Sentí nostalgia por él. Slim… aquel muchachito de ojos grises y semblante triste que siempre al caer la tarde se ponía a llorar. El día que llegó Slim al hogar de Pony…. Fue un día como cualquiera. Llegó en brazos de una mujer muy pobre, ella no podía mantenerlo y le rogó a la señorita Pony que lo aceptara como parte de los niños del orfanato.
El nombre se lo puso la Hermana María que un día me comentó apenada: “Él suele siempre llorar al atardecer cuando la luz del sol decae. Me pregunto si, a pesar de que tenía tan solo unos meses de nacido, recordaba el momento en que fue abandonado.”
Era un chico tremendamente tímido, pero se había encariñado mucho conmigo. Tenía la costumbre de mojar su cama mientras dormía. Buscaba siempre remediar el problema sin ser descubierto, al parecer las profesoras nunca se enteraron. Tan delgado y frágil que se pasaba todo el tiempo dibujando.
La Señorita Pony me dijo una vez: “Como me gustaría que este chico pudiera estudiar pintura.” Recuerdo bien esa tarde… Cuando yo regresé de Inglaterra siguiendo a Terruce hasta América, Slim ya no estaba en el hogar. Lo había adoptado un herrero que vivía en una ciudad lejana.
“Es una lástima que Slim no pueda desarrollar sus talentos artísticos, ahora que sabemos que su padre adoptivo es un herrero. ¡Pobre!, va a vivir en un mundo donde no hay relación con las artes.”, me contaban ellas mientras me ponía al corriente de lo que sucedió en el hogar durante mi ausencia.
¡Qué maravilla! Slim no ha olvidado su afición por la pintura… Su tacto es preciso y delicado. Él es el único capaz de plasmar en una pintura el Hogar de Pony tal como lo era en esos tiempos. ¡Mirándola, parece revivir ante mis ojos!
Yo me pregunto: ¿Qué hacia la pintura de Slim al otro lado del mundo en un Mercado de Pulgas?... ¡Y precisamente en Londres!... Quizá su vida ha sido ardua como la mía…
Quizá también se enroló en el ejército y vino a Europa a pelear por esa guerra absurda… ¡Igual que Stear! Es posible que en sus ratos libres haya pintado su querido hogar y tal vez la vendió después, no lo sé.
“¡Oh Candy! no puedo dejar de pensar que encontrar la pintura de Slim, no ha sido una casualidad, ha sido un milagro. Seguro que habrás estado muy feliz en aquél momento. Cuida de esa pintura, recuerda que allí estamos nosotras y todos los chicos del hogar incluido Slim. Protégela y mantenla siempre muy cercana a ti.”
Así escribía la Señorita Pony con dulzura en su carta anterior como respuesta a la que le envié contándole detalles de cómo había sido encontrada la pintura. Yo había decidido enviarles el cuadro para que pudieran recordar a Slim. Pero me dicen que es mejor que me la quede yo. Es más para mí que para ellas. A pesar de que está lejos físicamente, yo tengo al Hogar de Pony siempre cercano a mí en esa pintura.
Es verdad, no puedo dejar de pensar que Slim haya creado esta hermosa pintura pensando solo en mí. Slim… ¿Dónde estarás?
Fui a ese mercadillo y estuve indagando si alguien te conocía. No obtuve resultados. Si, eran tiempos de guerra entonces… La situación mundial era como lo es ahora, de incertidumbre. Ojala hayas disfrutado haciendo lo que más te gustaba: pintar. Pido a Dios que sigas vivo y con bien en donde quiera que estés.
Miró el cuadro nuevamente…
Recuerdo un hermoso mes de mayo. La colina de Pony cubierta por cientos de tréboles blancos… la casa circundada por frondosos árboles de verde intenso y miles de flores de colores… la suave hierba larga que se mece con el viento…
La chirriante puerta antigua de madera que se abre y veo a la Señorita Pony correr en busca de Tom que ha cogido alguna cosa de su cajón.
Yo también estoy allí. Yo y Annie. El día en que
Annie pasó a ser parte de la familia Brighton. Corrí hasta el acantilado para
decirte adiós con una gran pena en mi corazón. Aquel día que cambio mi vida. Aquel
día…“en que me sentí sola por primera vez sin ti, Annie… mi hermana…”
キャンディ・キャンディ
Súper mega emocionada, muy buena tu escritura, te felicito!!!, ya quiero leer el libro completo!!!
ResponderEliminarSúper mega emocionada, muy buena tu escritura, te felicito!!!, ya quiero leer el libro completo!!!
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